Después de una década de corredora, mis articulaciones estaban demasiado desgastadas y adoloridas para mis 30 años, lo que me llevó a buscar una manera diferente de trabajar mi cuerpo. Y lo que encontré fue mucho más que eso. Por primera vez en mi vida, pude sentir mi corazón, dejar las habladurías de mi mente y sentir el palpitar de todos mis cuerpos. Pasé por muchos estilos; Ashtanga, Bikram, Iyengar, Hatha. Todos me gustaban, pero sentía que algo me faltaba. Fue entonces, que en mi búsqueda por sentirme más completa con el yoga descubrí la Escuela de Yoga Integral Internacional en Buenos Aires, Argentina, donde me hice instructora el 2016.

En 2019 hice mis instructorado de Yoga Dance en Brasil con Fernanda Cunha, una experiencia que abrió mucho más mi sentir por Yoga. Aprendí a honrarme profundamente con todas mis limitaciones, aceptar cada una de ellas. A través de la Danza con sólidos cimientos en la filosofía del yoga, pude experimentar una comprensión profunda de las memorias que habitaban en mis cuerpos y cómo a través del movimiento, es posible liberarnos, por medio de la danza de nuestras emociones, miedos, amor, esperanza, oscuridad y luz.

Por medio del Yoga y la Danza me encuentro a mi misma, sin cierto o errado, bonito o feo. Son los medios que me conectan con mi propia esencia.